
Y aparecen amigos, y sacamos balones. Pelotas que se pierden y desaparecen. Que se pinchan, que se deshinchan. Que van y que vienen. Que se esconden.
Y juegan al fútbol, sin portería, sin entrenamientos. Sin árbitros a quien matar. Sin botas si no se tienen y sin ningún problema de idioma.
Mirándoles recuerdo a Chema: cuántas veces en la biblioteca diciéndole que me parecía imposible que pudiera gustarle el fútbol. Que lejano suena ahora todo lo que hablábamos y no sé que decía de que si el fútbol era universal, traspasaba fronteras, o algo parecido. Han pasado demasiados años. Yo me reía.
No se puede hablar....
Nunca digas nunca jamás... o estarás a 40 grados haciendo fotos a unos niños jugando al fútbol, disfrutando de verlos.
Me encanta!!!
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