jueves, 20 de julio de 2017

Y la tormenta que espere...

En Selibaby hacemos cambio de coche. En la plaza del pueblo esperamos la llegada del todoterreno.
Después, iremos a buscar rueda de repuesto para el viaje. No puede ser antes, tiene que ser cuando ya están los clientes en el coche.

Emprendemos viaje en la oscuridad. Los caminos cambian al ser época de lluvias. No hay carreteras. El conductor cada cierto tiempo baja con el móvil para comprobar si las huellas que seguimos son viejas o recientes.

Avanzamos y retrocedemos. Preguntamos en los pueblos, a los pastores... Como puede haber tanta gente despierta en lo que a mí me parecen lugares aislados.

Al fondo, muy al fondo, se divisa la antena roja de telefonía. Las horas pasan. Los chicos duermen y los adultos, con los ojos muy abiertos, esperamos. Algún comentario.

Suena la tormenta. Relámpagos. Si algo tengo claro en este lugar, y a estas horas, o mejor dicho, lo único que tengo ya claro, es que la tormenta no estallará hasta que yo esté en el refugio de mi casa. Sé el riesgo de que nos sorprenda enmedio de un camino: el no poder seguir, el dormir una noche más en el coche, por ponerme en las mejores posibilidades.

Dos, tres horas. No sé cuando por fin divisamos el pueblo y aparecemos en la puerta de la casa familiar. No la distingo. Ha cambiado. Resulta extraña. Hay una verja nueva.
Por fin, hemos llegado. Va apareciendo la familia. Abrazos y besos extraños. Saludos.

En el porche de mi casa duerme alguien. Esperaba encontrarme todo tal como lo dejé hace tres años y la siento extraña. No sé cómo abrimos la puerta y aparecen camas, colchones. Yo quiero dormir en el porche. Cuando ya me tumbo en lo que me parece la mejor cama del mundo, cae la lluvia con toda su fuerza. Me tapo con las sábanas y siento hasta frío, como si la predicción del tiempo de mi padre hubiera atravesado cuatro mil kilómetros para quitarme mis pesadillas sobre el calor. Estamos bien. 

Pregunto por la persona que dormía en el porche, que de repente no está, y más tarde me explican que es el profesor. Hago quizás el único comentario negativo de la jornada, molesta: "pues un poco maleducado, que ni ha saludado".
 - Mayte, recuerda que es sordomudo...

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