viernes, 21 de julio de 2017

Amita

Diaguily y Ali, que marcharon a Senegal a estudiar un oficio, que vivieron en casa de Mamzei, se han casado con chicas jóvenes.
En una cultura de matrimonios concertados y poligamia, con desigualdades a veces enormes en la edad de hombres y mujeres, han podido elegir (o al menos eso parece). 
Diaguily estudió, tiene una empresa y un trabajo que le permite autonomía económica, tener una casa y cubrir las necesidades básicas. A veces son sólo los hombres mayores y/o, los que viajan.. los que pueden ofrecer esta seguridad.

Amita y Diaguily se casaron el año pasado y van a ser padres este otoño. En los momentos de egocentrismo siento que de alguna manera he contribuido a que estén juntos y me siento orgullosa. No sé si ellos lo piensan así, pero bromeo con la idea de que algún rato de alegría me lo dediquen.Siento que es mejor para ella tener un marido joven y atractivo, de voz dulce, como mi sobrino, que ser casada por decisión paterna con un amigo de su padre. Como no hablamos el mismo idioma y no está Sigu, no he podido preguntárselo.

Me siento feliz con el vestido que me regalaron como dote de Amita y que se acordaran de Angelines en el reparto. 

A veces, cuando mis hijos, sus primos, no entienden algo, acude a mí para que se lo traduzca. Pero yo tampoco le entiendo...

Amita ha venido a vivir a la casa familiar. Participa en el reparto de tareas domésticas que nunca llego a comprender del todo y nos hacía muchas veces la comida y la cena. Una noche, cuando un hijo mío estaba tumbado relajado en el banco disfrutando de la noche africana, Amita, que había trabajado todo el día, cuando trajo la comida, le metió un dedo en el ojo. Aún me río cada vez que lo recuerdo.  Ese dedo en el ojo simboliza tantas cosas....

 Estuve visitando a su familia. Es hermana de Ali, hija del molinero, buen amigo de Dabo. Cuando voy a su casa de origen, me entretengo contando las camas que hay en el porche para volver a recordar cuantas mujeres tiene.

Y Amita también es hermosa




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