martes, 25 de julio de 2017

La ropa, otra vez el lío de la ropa

En el dormitorio, que apenas utilizaré este viaje cautivada por el cielo de África, vuelven a desplegarse montones de ropa. Organizamos una y otra vez. 
Distintos núcleos familiares, los niños que van a la Escuela Taller, las camisetas para cualquier niño que se acerque y nos pida, o que sepamos qué le será útil, el pantalón vaquero para ese joven que trabaja tanto.... 
Y como no, a veces el reparto es arbitrario.
La ropa sufre mucho en esta tierra, o al menos la de los niños...me desespero a veces con que no se zurza, no se cosa, no se arregle.. quizás porque es una batalla perdida.
Cada viaje, vuelvo a sentir que hacemos el milagro de los panes y los peces. Que la ropa que en Zaragoza pensábamos que no valía la pena, aquí adquiere otro valor. Las botas de fútbol, las zapatillas, esa sudadera... Y otro viaje más se me olvida alguna ropa que tendría que haber traído.
Curioso como alguna prenda se ve de mejor calidad entre todas, y sin dudar le pongo nombre a quien la va a recibir. Claudico, después de varios intentos, con la camiseta de Casillas... adivino que desde casa ya tenía destinatario.
Mando fotos con cariño hacia Zaragoza, a amigas y amigos que han colaborado. Y me desespero porque entre las ropas no soy capaz de distinguir las de un amigo de Sidi, Álvaro, y quedará la foto sin enviar.



Me emociono en silencio cuando veo a mis cuñadas con alguna blusa y siento que en alguna parte, mi tía se alegra a verlas, que ella también ha viajado hasta aquí.

Al partir, dejaremos otra vez ropas y ropas...

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