
Camino desde casa a la Escuela Taller. En estos días de vacaciones, a veces los ¿ cien? metros se me hacen largos.
Veo a unos chicos de unos catorce años trabajando, de una manera aparentemente muy organizada.
Casi nada me sorprende ya en este vaivén de personas que van y vienen por la casa familiar, por la pequeñas empresas, por la Escuela, pero pregunto. Se ha roto la empalizada que protege de los animales al huerto, y están arreglándola.
Son "el equipo de fútbol de Diadie, que tienen muchas ganas de hacer cosas y vienen a ayudar, y saben que también les ayudamos a ellos".
Mis códigos culturales, laborales, empiezan a echar chispas. No cabe toda la conversación en un post, y menos lanzado a la nube.
El huerto es trabajado por las mujeres, y en él
El huerto enriquece la alimentación e introduce nuevos productos. Se va extendiendo en el pueblo la idea de acercar los huertos a las casas.
Me acerco a hacerles fotos y verles trabajar, se sienten orgullosos.
El equipo tendrá su equipación completa, donada por el Club Actur Pablo Iglesias, y su balón. Haremos varios intentos de hacer fotos, y vendrán también perfectamente organizados, siempre ya con la noche cayendo...y me rendiré: el flash de mi cámara junto con el color de su tez y el rojiblanco, no da buena calidad.
En los paseos por el pueblo los veremos jugar con el balón, hacer deporte..
Pero su esfuerzo merece más y las camisetas técnicas venidas desde Berbegal parecen duplicarse y llegan para todos. Las Cruces...
Mientras las repartimos me vienen recuerdos de comida, acogida, paseo y fútbol en el pueblo oscense; de momentos de risas compartidas en los campos y también, como no, el verano de 2014, allá por el San Jorge, en Huesca...
Muy bonito relato Maite.
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