Como en cualquier pueblo al que se vuelve de vacaciones, casi no habíamos llegado a la casa de Somone y ya los amigos sabían que estábamos allí. 3 años hacía y tres minutos costó volver a coger un balón, jugar, intentar comunicarse en francés, recuperar las bromas, volver a preguntar por la familia, intentar entender al otro, hacer volar los diábolos, correr por las calles..
Pape Diagne... grande!!!
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