Llegar a ella, cansada de viaje,
fue llegar a un nuevo hogar y conocer a una persona fascinante, de la que nos separa la barrera del idioma.
Me sigue resultando muy difícil hablar y entender francés en África.
La casa de Mamsei es hermosa, amplia, y tiene luz y tiene agua.
Los artistas que residen aquí, temporal o permantemente, han creado un jardín en el que van apareciendo esculturas.
Me gusta que la puerta se abra, y entren amigos y amigas de Zaragoza.
Me gusta que los niños vengan a jugar a la pelota, y que dos hermosas preadolescentes lleguen al atardecer desde Sally.
Me gusta al anochecer recordar a gente que trabaja en España por mejorar la vida de los ciudadanos.
Siempre es igual, tan lejos y tan cerca.
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