martes, 8 de julio de 2014

La casa de Mamsei

La casa de Mamsei era para mí una foto de un Sin Fronteras senegalés, que a veces dudaba si era sueño o real.

Llegar a ella, cansada de viaje,
fue llegar a un nuevo hogar y conocer a una persona fascinante, de la que nos separa la barrera del idioma.
Me sigue resultando muy difícil hablar y entender francés en África.










La casa de Mamsei es hermosa, amplia, y tiene luz y tiene agua.

Los artistas que residen aquí, temporal o permantemente,  han creado un jardín en el que van apareciendo esculturas.









Me gusta que la puerta se abra, y entren amigos y amigas de Zaragoza. 
Me gusta que los niños vengan a jugar a la pelota, y que dos hermosas preadolescentes lleguen al atardecer desde Sally.
Me gusta al anochecer recordar a gente que trabaja en España por mejorar la vida de los ciudadanos.
Siempre es igual, tan lejos y tan cerca. 


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