Iniciamos viaje. Una diferencia de precio considerable entre compañías nos hace elegir Barcelona como lugar de partida.
Para el viaje de casa a la estación del Ave de Zaragoza, como siempre, necesitamos apoyos. Suerte de tener familia y amigos incondicionales que nos quieren.
Una vez más tenemos que volver a deshacer maletas y los Prontos y los Jueves que llevamos, que tan buenos momentos harán pasar a nuestros sobrinos en Testayé, parecen pesar una tonelada.
Pero siempre en todos los aeropuertos, en el temido pesaje, hay una persona amable que sueña con viajar a Africa, cargada de maletas con material escolar, y hace la vista gorda cuando mi maleta pequeña de los chinos no da la talla.
En el avión, atenazada por el miedo que se acrecenta con los años, escucho a un niño de siete años, no sé si intentando calmarme "no hay futuro después del avión".
Y recuerdo un guasap lanzado a un amigo antes de emprender viaje: sueño con que sea Pilares, y el viaje sea solo un recuerdo, porque eso significará que todo ha ido bien.
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